jueves, 2 de julio de 2015

Tres sueños inofensivos

29-04-13

En algún momento, en un departamento de B grande y con reminiscencias de una mansión antigua, se nos acababan los bizcochos. Yo me iba caminando tranquilo (pensando en algo de Steven Wilson y teniendo presentes indicaciones de L) por el centro de noche. La ciudad estaba medio muerta y yo encontraba una YPF de las viejas y feas. Entraba y le pedía a una empleada morocha, con gorra y envuelta en un polar azul que me quitara las cajas de delante de la mercadería que quería ver que tenía. Terminaba comprando unos bizcochos tipo 9 de oro y alguna cosa más. Supongo que no serían para mí (más allá de que los veía como una necesidad tenía la sensación de que estaba haciendo algo mal). Mientras la chica tomaba mi pedido y me alcanzaba las cosas entraban a la estación un tipo con problemas que parecía ser cliente habitual y otro que tendría unos cuarenta y largos que no veía bien y preguntaba dónde podía conseguir Off. Yo le mostraba e igual tardaba un montón en agarrarlo. Después me agradecía.

29-03-14

Podía ser el observador invisible o bien estar tirado junto a unos conejos en ese lecho de flores rojo-anaranjadas que quizás eran amapolas. Parecía un campo de gran extensión, aunque no podría confirmarlo, porque me encontraba casi hundido entre la hierba y las flores. El cielo era celeste pálido y los conejos eran negros. Aparentaban estar muy preocupados por algo. Con los ojos rayando el miedo y las orejas bajas, miraban a un elefante pardo sorber con su trompa algo que había debajo del lecho de flores. El elefante sorbía con mucha paciencia, como si no compartiera el miedo de los conejos o solo estuviera ahí haciendo su trabajo. En cierto momento dejó de sorber y se fue caminando tranquilamente a través del campo. Fue entonces cuando los conejos se aterraron. Los ojos se les desencajaron y empezaron a mover los hocicos frenéticamente, a mirar hacia los costados y hacia el cielo, torciendo los cuellos en contorsiones raras, como si algo terrible estuviese a punto de pasar.

05-05-15

La versión sombría de La Perla, la misma con la que soñé otras veces, creo. Era de noche. Escapaba por lo que debería ser Salta en dirección a la costa, es decir, en el sentido contrario a la mano. Algo pasaba del lado del centro, pero no sé qué era. Había luces que venían de varias casas y se percibía agitación. El cielo estallaba y empezaban a llover fragmentos herrumbrosos de tamaños muy variados, desde esquirlas hasta pedazos más grandes que una persona. La cantidad de fragmentos que llovían era increíble, copiosa como las escenas de Gravity en que la basura espacial destroza el satélite. Era la Estatua de la Libertad (positive) que se hacía pedazos, pero sus fragmentos eran color cobre. No sé cómo sobrevivía a la lluvia. Miraba a la calle y veía como todo rebotaba en el suelo pero en vez de picar se transformaba en especie de figuras picudas, como cortes de cordilleras en movimiento, como gráficos de doble eje rellenos, en fin, algo inexplicable y dinámico, que, pese a ser un objeto sólido no dejaba de moverse en ningún momento y reproducía el ritmo de los fragmentos golpeando contra el suelo.