sábado, 5 de marzo de 2016

Worldbuilding

27-04-15

El final fue estar echado en una cama estrecha, parecida a las camas que había en el viejo departamento de B. El cuarto era más o menos igual en proporciones, también, pero más parecido a un estudio, no sé si de arquitectura pero quizás sí de planeamiento o desarrollo urbano, con toneladas de libros angostos ordenados en serie que recordaban a las enciclopedias por fascículos que vienen con las revistas. Aparentemente estaban o estábamos documentando(nos) sobre la construcción o reconstrucción de mundos completos. Yo estaba tirado con una chica, rubia y de pocas palabras, en la cama estrecha, como si tuviéramos esa relación desde hace tiempo ya, aunque tengo la sensación de que en el contacto físico consumábamos algo que hasta el momento había sido distancia y me daba vueltas en la cabeza lo que pensaría su papá. Vestíamos ropa liviana de invierno y estábamos en medias. Hablábamos del material de investigación recolectado y del "noveno mundo". Alguien trabajaba en un escritorio cercano, mientras tanto, creo que el padre de ella: un viejo arquitecto de cabeza chiquita y semipelada con lentes. Era como una pequeña pausa en el trabajo largo y agotador de días atrás (soñé mucho antes, pero sólo recuerdo el remate) que quizás desembocara en mucho tiempo de trabajo más, pero esta pausa jugaba con la posibilidad de que todo terminase en ese momento o que el tiempo simplemente se detuviese para siempre. No sé si íbamos a seguir con el proyecto. Tuve, entonces, la visión de algo afuera, que quizás fuera la vista de la ventana que estaba a mis espaldas. Un paisaje semiurbano de algún desagüe monumental de varios canales o un estanque espejado artificial que reflejaba el sol del atardecer y los colores del campo (muy pampeano) que había más allá. La ambición del proyecto (¿íbamos a construir o reconstruir un mundo entero?) era como la multiplicación de un trabajo de Amancio Williams.